miércoles, 11 de enero de 2017

-Panico al amarillo. Sacándome el alien.

Cuando oí por primera vez la expresión de  “Pánico al amarillo” me imaginé que hablaban de alguna película de kung-fu, de esas de las de antes, o de algún trauma psicológico, como el terror a los arácnidos o a los ascensores. El caso es que tenía que ver con lo que yo empezaba a practicar como pasatiempo, tirar con arco. Me pareció entender que era como algún problema para concentrarse y que te quedabas agarrotado no pudiendo  soltar la flecha… no sé, una de esas cosas raras que sabes que a tí nunca te van a suceder, como que te caiga un piano en la cabeza o que te toque la lotería.


Mira por donde, al cabo de unos añitos parece ser que he sido “infectado” por este virus y aquí estoy dando la batalla a ver si doy con la vacuna. ¿Cómo lo he pillao? ¿Y porqué? o como decía Carmen Maura en la película de Almodóvar:  “¿Qué he hecho yo para merecer esto?”.
Pero, primero aclaremos los términos: ¿de qué estamos hablando exactamente? Simplificando: el “pánico al amarillo o target panic” es un bloqueo mental que te destroza tu manera de tirar. Supongamos que antes tirabas aceptablemente bien... Por determinar una medida, habías conseguido, en competición, el tíyulo de “Maestro Arquero”, algo corriente entre los que llevan practicando un par de años o tres . Pero , sobre todo y esto es importante, disfrutabas como un enano tirando flechas (que es lo que cuenta).  Pues bien, sin comerlo ni beberlo,  un día,  tu rendimiento comienza a bajar y las flechas se van alejando, cada vez más, de su objetivo. Ves que no se trata de una mala racha sino que va siendo la tónica general. Te empiezas a mosquear y a generar un poquillo de ansiedad: ¿qué narices me está pasando?. Empiezas a cambiar cosas del equipo: que si el guante, que si el spine, que si el número de hilos de la cuerda… y nada.
Luego tratas de cambiar tu técnica. No sabes lo que haces mal pero pruebas anclando de otra manera, agarrando el arco diferente, corrigiendo la suelta… Pruebas y pruebas todo lo que ves que hacen los buenos... pero a tí, no te da resultado. Cada vez sueltas y tiras más acelerado... deseando ver un flecha bien puesta. Sin darte cuenta, vas perdiendo el control del gesto técnico. Y sigues fallando, no te paras y tiras a toda leche. Incluso las que entran ya ni te satisfacen. Malooooo… Tirar al arco se va convirtiendo en una pesadilla en vez de una actividad placentera y relajante.
“Igual es que entreno poco... ¿o entreno mucho? “ y la bola se va haciendo más gorda… Dudas de todo. Pierdes la confianza en tí, y eso es lo peor que le puede pasar a un arquero.
Al final decides cambiar de arco o hasta de modalidad, te pasas a longbow o al poleas, a lo que sea, con tal de “empezar de nuevo” … pero no hay tu tía. El “alien” ya está instalado  en tu coco. Estás jodido, macho.



Entre unas cosas y otras ha pasado más de medio año y llevas una empanada monumental.
De lo de disfrutar tirando ya queda poquiiiiiiiiito. Ahora, tirar es una evaluación constante. Ya no ves el tiro. Abres nervioso, dudando… temiendo y esperando el error. Sueltas precipitadamente, cada vez de una manera: con la mano hacia delante, al estilo “rociero”, saludando al tendido o bajando la mano…  De vez en cuando aparecen espasmos que te hacen mover ese brazo de arco que debiera estar firme, recto e inmóvil como una viga.
En general,  tiras agarrotado. Hay veces que no se puede ni abrir los dedos para dejar escapar la cuerda.  Finalmente asumes que tienes lo que llaman: “pánico al amarillo”. Chungo.

Pues vale, lo tengo… ¿Y eso cómo se come? Ha llegado el punto en que o te lo quitas o dejas el arco.
¿Las causas? Hay decenas, pero casi todas tienen que ver con la búsqueda del éxito en la competición. Nos autoexigimos demasiado y centramos la atención en el resultado, en los puntos y desatendemos el proceso, olvidando la correcta ejecución del gesto técnico.
Supongo que la cuestión es bastante compleja porque entra de lleno en los oscuros entresijos de la mente, quiero decir, en el ámbito de la psicología deportiva de la competición.
¿Dónde encontrar ayuda? Los deportistas de élite saben que este factor es decisivo y junto a su entrenador y preparador físico tienen un coach que vela por su estabilidad mental y emocional.  Entrenar no es tirar flechas durante una hora. Hay que ejercitarse con método, con objetivos y puliendo siemmmmmpre la técnica y los aspectos psicológicos. Nosotros, que lo practicamos a nuestro aire, que somos casi autodidactas,   artistas del  “yo me lo guiso , yo me lo como”  en una situación como esta nos encontramos ciertamente, “solos ante el peligro” … y acudimos a internet comprobando lamentablemente que sobre “el pánico al amarillo” no hay mucho que rascar.
Así que como en muchas otras ocasiones toca tirar de los amigos arqueros, de los que tienen más experiencia, de los que han pasado por ello o de los que andan cargando con esta misma cruz, que no son pocos. Al fin y al cabo, todos ellos, son la fuente de información más cercana y fiable.
Y comienzas a preguntar ...y escuchas ...y cuentas lo que te pasa… y vuelves a preguntar... y de uno pillas una idea y de otro un consejo… Muchas veces son opiniones y consejos contradictorios, pero ya sabemos que en este noble arte a uno le va bien una cosa y al otro, lo contrario.
En algún artículo (en inglés) se puede encontrar algo interesante y de otras disciplinas deportivas (golf, tiro con carabina, tenis…) se pueden extraer métodos que pueden ser transferibles a lo nuestro.  En fin, de aquí y de allá, más lo que me ha dictado el sentido común he ido recopilando unos poquitos ejercicios que he estructurado en progresión y que constituyen la base de mi entrenamiento actual.



Como  dijo dijo Henry Ford:de “La mayoría de las personas gastan más tiempo y energías en hablar de los problemas que en afrontarlos.”
Así que, ¡a levantarse toca!, a luchar contra uno mismo y a tener paciencia... que esto llevará tiempo.
A finales de este mes asistiré al curso que organiza la RFETA: “Especialista en Psicología aplicada al Tiro con Arco” que impartirá Carlos Morillo Prats en el Centro de Tecnificación Deportiva de Cáceres. Espero que resulte clarificador y que me ayude a completar mi programa de ejercicios

Entrenamientos


Por supuesto, calidad antes que cantidad. Todos los días tirando una hora repitiendo el mismo error técnico es lo más contraproducente que hay.  Mejor tirar dos veces semanales pero muy consciente de lo que hacemos en cada tiro. Hay que tirar con alguien de confianza que te comente lo que te vea hacer raro.
Otras veces me gusta tirar solo, metido en mi rollo pendiente de lo que quiero observar exactamente. Pero luego hay que volver al club para acostumbrarse a los ruidos, voces, esperas y distracciones. También es muy bueno filmarse y verse, entonces te puedes dar cuenta de detalles que te pasan desapercibidos y que contaminan tu tiro. Tengo amigos muy disciplinados, muy regulares y que trabajan duro en su entrenamiento. Inexorablemente, van progresando. Yo lo aplaudo. Otros somos más relajados o blandos o menos exigentes… el progreso será más lento y salir del pánico se hará eterno. También lo aplaudo. Allá cada cual.
Yo soy partidario de llevar una agenda o Cuaderno de Entrenamiento, primero porque te obligas a marcar un objetivo para cada sesión y luego porque te sirve para recordar materiales que utilizabas, gestos técnicos que has ido cambiando, ejercicios que has modificado, descartado o añadido… O incluso alguna frase que has escuchado o alguna genial  idea que se te ha ocurrido y que deben formar parte de tus mantras para los momentos decisivos.
Cuando uno está muy tocao no estaría de más dejar el arco una temporada y dedicarse a otra cosa. De esa manera los fantasmas se diluyen.  Y al regreso, debería ser como empezar de nuevo,  coger un arco de iniciación y tirar cerquita unos días haciendo renacer la confianza.



Competiciones


Quizás no sea el momento de participar en competiciones de tiradas o ligas. En competición se potencian todavía más los síntomas del “Pánico al Amarillo”. El año pasado durante toda la Liga me resultaba imposible abrir bien el arco, llegar correctamente al punto de encoque y soltar relajado. Trás cada jornada me iba decepcionado y con la sensación de que no iba a ser capaz de controlar nunca más mi tiro.
Esto es así, hay quien se pone demasiado nervioso en las competiciones y  hay quien se crece y refuerza. Tampoco pasa nada si asumes que la competición no es para tí porque te estresa y descubres que donde disfrutas con el arco es tirando sin presión en la cancha o en el bosque. El caso es ir mejorando siempre, poco a poco y mantener viva la satisfacción. No olvidemos que se trata de un entretenimiento y que no vivimos de esto. Cuidado, he visto que alguno cuando deja de estar en los podiums ...deja el arco. Hay que tenerlo claro: ¿te gusta tirar o ganar?


TOMAR CONCIENCIA


Voy a empezar con dos ejercicios con los que voy a tratar de frenar el deseo incontrolable de soltar nada más ver el objetivo.
A este primero lo llamo: “AMANECER” porque la primera parte de la secuencia de tiro se realiza con los ojos cerrados y para la suelta, se abren. Se podría decir que “pasamos de la noche al día”


Ejercicio: “AMANACER”
Objetivo: Decidir el momento de la suelta
Distancia: 6-7 metros
Diana: parapeto grande vacio
Desarrollo: Con los ojos cerrados subimos el arco, lo abrimos y llegamos hasta el anclaje. En esta fase al no estar pendientes de la diana hemos podido percibir  todo el gesto. Hemos notado la fuerza con que agarramos la empuñadura, el empuje del brazo de arco hacia delante, la tensión de las escápulas y el preciado punto de anclaje.
Ahora abrimos los ojos (es posible que las primeras veces se nos escape la flecha y acabe mal la cosa, por eso es recomendable usar flechas viejas para este tipo de ejercicios). Al abrirlos veremos que estamos desalineados con la diana por lo que realizamos el reajuste corporal necesario para orientarnos correctamente y... soltamos. Es importante ir recuperando esa sensación de desahogo o bienestar tras la suelta. Hay que buscarla en nuestro interior porque un día, no hace mucho, la dejamos allí olvidada.
Prestad atención a controlar la respiración: inspirar al abrir, retener y espirar tras la suelta.


El segundo ejercicio es a la inversa: “ANOCHECER”. La primera parte se realiza con los ojos abiertos y los cerramos para la suelta.



Ejercicio: “ANOCHECER”
Objetivo: Trabajar la inmovilidad en la suelta.
Distancia: 6-7 metros
Diana: parapeto grande vacio
Desarrollo: Con los ojos abiertos abrimos el arco, anclamos y visualizamos la trayectoria que llevará la flecha asegurándonos de que es correcta. Este momento es crucial porque estamos frenando el deseo de soltar. Ahora, cerraremos los ojos y vamos a tomar conciencia nítida de cómo actúa la mano de cuerda durante la suelta: si va hacia delante o atrás, si se despega de la cara o recorre la mejilla... y dónde se queda finalmente. Los primeros tiros a ciegas acojonan un poco sobretodo como la flecha se vaya del parapeto y rebote contra una pared. (No veas el gustito que da oírla clavarse en el foam. Así que, cuidado.)


Nota: Pocas flechas y bien tiradas. Se acabó eso de vaciar al carcaj contabilizando las que entran e ignorando la fallidas.


El siguiente ejercicio parece simple pero tiene su fundamento. Es superconocido y podría llamársele : “BAJAR EL ARCO”.  Se trata de abrir, anclar y SENTIR el momento en que podrías soltar porque tras el rápido scaneo mental eres consciente de que ya estás bien posicionado , pero… NO SUELTAS, sino que destensas y bajas el arco.  Respira hondo y disfruta de la satisfacción de haber logrado pasar por ese instante sin soltar la flecha. Es de lo más gratificante. Seguidamente repetimos pero pudiendo liberar la flecha habiendo pasado antes por ESE MOMENTO mágico en el que ves el tiro.


VER EL TIRO


El llamado “pánico al amarillo” no es, ni más ni menos que ansiedad. Es el deseo irrefrenable de VER tu flecha en el blanco. Solo te preocupa eso: mientras subes el arco tu mente está allí, en la diana ansiosa de comprobar el resultado. Como consecuencia de ello se produce un tiro precipitado, sin técnica ni sosiego y por consiguiente, malo.
Si repites continuamente esa mecánica de tiro errónea acabas viciándote  a ella y, lo peor, se instalan en tu cabeza unos “perturbadores mentales” que ya no te van a permitir ver el tiro.
¿Qué es “ver el tiro”?
No se puede soltar la flecha sin antes haber realizado un proceso o ritual indispensable para que la flecha se aproxime a su objetivo. Y eso requiere unos segundos con el arco abierto y tenso en el punto de anclaje, para:
  • Percibir cómo tenemos agarrado el arco. Que no estén los dedos tensos.  Una dragonera ayuda mucho.
  • Comprobar que el brazo de arco está (y se mantendrá) estirado empujando ligeramente hacia adelante.
  • Constatar que estamos correctamente alineados con el objetivo. Es decir, que si hiciésemos una hipotética suelta perfecta la flecha iría, con precisión, a su destino.
  • Hay que recordarse a uno mismo que hemos de soltar aflojando dedos de mano de cuerda (eso es jodidísimo) sin despegar la mano de la cara.
Bueno, pues estos cuatro momentos tan básicos conocidos por todo arquero y que se desarrollan en tu cabeza en un flash de tiempo,  es incapaz de realizarlos el que está invadido por el pánico al amarillo. Su acelerada mente no le concede ninguna tregua para ejecutarlos. Cuando empieza a abrir ya está soltando, sin tocar siquiera el punto de anclaje. No hay ningún autocontrol.


Pero con trabajo se puede recuperar el goce de ser tú quien manda.  Cuesta… y mucho, pero se puede volver a ser él que decide cuándo soltar.



Lo primero será aguantar anclados. Un amigo me decía: “apunta a una pared y verás como sí que aguantas”. Y por supuesto que mantenía  perfectamente el anclaje… porque tu mente no tiene deseo de tirar contra la pared y el inconsciente lo sabe. Pero en el momento en que miras una diana ya sueltas sin pensártelo dos veces.


El tratamiento de choque contra esto es el ejercicio, descrito anteriormente, “AMANECER”. Como cuando abres los ojos estás desalineado comienzas a retener, con mucho suplicio,  la suelta  mientras que te enfocas en la línea del objetivo. Ya has comenzado a ver el tiro.


Pero cuando uno comienza a refrenar ese impulso de soltar nada más ver la diana aparece otro problema. Ahora aguanto pero suelto brusco, rígido, con algún espasamo de vez en cuando y sintiendo que  la muñeca del brazo de arco se mueve.


Para eso está el otro ejercicio: “ANOCHECER”. Soltar teniendo los ojos cerrados sin que se vaya la flecha al carajo obliga a ir realizando anteriormente los cuatro pasos previos descritos . Y sorprendentemente veremos que nuestras flechas van clavando cada vez mejor con los ojos cerrados.


Cuando ya has entrenado eso bastante, te vas alejando y reduciendo la superficie del parapeto. Caution!! que seguimos soltando con los ojos cerrados. A medida que haya más riesgo de que la flecha se vaya fuera, nuestra mente se irá “afinando”, se  asegurará de que estamos bien colocados y nos obligará a soltar suave para evitar pequeños movimientos del brazo de arco no deseados.


Más tarde, tiraremos tres flechas: dos con los ojos cerrados y la última, un tiro normal, viéndola volar y clavarse. A veces, nos sorprenderá que claven mejor las que tiramos con los ojos cerrados. Parece increible pero pasa.


Luego, solo la primera sin ver y las otras dos con los ojos abiertos.



Y el último ejercicio: ”BAJAR EL ARCO”.  Nos quedaremos solo con dos flechas y a partir de ahora ya vamos a tirar con los ojos abiertos. Abrimos y anclamos  la primera y tratamos de realizar el proceso de los cuatro pasos pero no soltamos sino que en el instante en que sentimos que era el momento de soltar, bajamos el arco. Si se nos escapa el tiro NO tiramos la segunda flecha . Vamos  a recoger la que hemos tirado  y repetimos. Si hemos realizado bien el proceso y hemos bajado la flecha iniciamos otra vez toda la dinámica pero esta vez SÍ que soltamos. Repetimos con la segunda flecha lo mismo.


Observación: Con el pánico al amarillo cuesta mantener el anclaje mientras “vemos el tiro” antes de soltar. Si encima andamos con una potencia de arco exigente resulta que todavía estamos incrementando aún más el deseo de soltar la cuerda y aliviar la tensión física y mental. Yo me he hecho nuevas palas con cuatro libras menos y me siento mucho más cómodo para realizar los ejercicios anteriores que me obligan a mantener la apertura un tiempo mínimo de reloj... pero inmenso en mi cabeza.

Y por ahora esto es lo que hay. Camino por delante y ganas de recorrelo. Y como dijo alguien: "El éxito es un viaje, no un destino".


Vicente Mateo Ariño

4 comentarios:

  1. Muy buen artículo. Lo comparto y lo pondré en práctica. Gracias Vicente.

    ResponderEliminar
  2. Yo también lo padezco y hace tiempo, deje este deporte por 2 años ya, y la verdad q pierdes la ilusión , por lo mal q lo pasas , pero probaré los ejercicios, y a ver , VB

    ResponderEliminar
  3. Buscando información sobre 'remedios' para este mal, hace tiempo leí algo que me sonó diferente y digno de probar...
    El tipo (que escribía) decía que cambiando de mano durante una temporada -si eres diestro, empieza a titar con un arco zurdo y viceversa- se grababan los gestos en una parte del cerebro 'espejo' de la anterior...y lo mejor... NO CONTAMINADA...
    No he tenido ocasión de probarlo, pero si alguno se anima, aquí lo dejo.
    Un saludo

    ResponderEliminar
  4. Hoy, después de mas de 5 años sin tirar (bueno solo algunas flechas pero pocas) me ha entrado la nostalgia del tiro con arco, lo tuve que dejar porque pase unas cuatro o cinco veces por la fiebre del amarillo y hoy se me ha ocurrido buscar si había alguna solución, y me he encontrado con esto, creo que acabo de ver un poco la luz con estos ejercicios, y cuando tenga tiempo voy a ponerlos en practica, no puedo seguir evitando este deporte, lo practique durante 9 años y tengo que conseguir volver a tirar, muchas gracias por lo que has escrito, me ha servido de mucho y he recobrado los ánimos y las fuerzas para volverlo a intentarlo, de verdad gracias!

    ResponderEliminar